Este mueble nos acompaña hace como un año y medio.
Fue un precioso regalo de unos buenos amigos.
Esta foto no muestra su color real ya que la saqué de noche.
Su madera era mucho más oscura, casi negra.
Y aunque precioso, necesitaba una restauración urgente
a la que tenía que dedicarle mucho tiempo.
Y por fin se lo dediqué.
Mientras lo restauraba a fondo iba pensando en cuál sería el color adecuado para él, y como no pude decidirme por uno, creo que la opción que elegí fue la correcta.
Por lo menos yo estoy enamorada de como quedó.
Así le da el sol a determinada hora del día,
y resalta su color, sus imperfecciones y su belleza.
Acá pueden ver el color real de su madera,
me resistía a taparlo por completo.
Es un mueble con mucho lugar de almacenaje.
Parecía que su destino sería otro,
pero encontró su lugar junto a nosotros
y su uso será el mejor posible.
Un verde oliva y un rojo borgoña.
Una combinación ideal para este mueble tan antiguo.
Acá ya lo había terminado de pintar,
pero le faltaba todavía el toque mágico y protector de la cera.
Y por supuesto decaparle algunas zonas,
como me gusta a mi.
Dejé su imperfecciones como estaban,
no me gusta mucho tapar las marcas del paso del tiempo,
son parte de la historia de los muebles.
Dejé los herrajes originales.
Terminado y
en todo su esplendor.
Era y es precioso.
Pero ambos necesitábamos este cambio.
Ya está en un lugar privilegiado dentro de mi taller de costura, no podía ser de otra manera.
Dentro cobija casi todos mis trabajo, de tantos años.
Cuanto más lo miro más me gusta,
¿ y a ustedes ?